Octubre ha llegado, el mes perfecto para el apogeo de la mediocridad humana. El consumismo, como diría el perspicaz Jon Snow , "ya viene". Pero antes de que esa avalancha de compras nos devore, se nos acerca Halloween , esa fecha traída a nosotros por dentistas, sociedades secretas, las élites que nos gobiernan desde las sombras, y, por supuesto, los vendedores de calabazas. Así que, busca un caramelo y alista tu mejor disfraz —no furro—, porque la mediocridad está lista para ser repartida, sin hojas de afeitar ni agujas, claro. En mis tiempos, todo era campo. Y no, no soy tan viejo; es que la única festividad que conocíamos era la del colegio: algún concurso de disfraces y nada más. Ni pensar en salir a pedir dulces a las casas de los vecinos que tus padres odian. Porque crecer es eso, aprender a odiar a tus vecinos. ¡Malditos vecinos! Arruinaron el barrio con su música a todo volumen y sus luces de colores, como si no fuera suficiente declaración de mal gusto pintar las fac...
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