El rincón de la mediocridad: ¿Educación o ser educado?


En este rincón de la mediocridad, repasaré la cuestión más antigua de la humanidad, un debate que ha hecho a filósofos cavilar por décadas y a señoras de edad maldecir a otros con la frase "¡qué mal educado!". Por eso y más, viajemos hacia los rincones más retorcidos de la mente humana y preguntémonos: ¿qué es ser educado? ¿Educación es sinónimo de ser educado? Son muchas preguntas, tal vez aún más respuestas en el horizonte, como hilos que se deshilachan de un suéter de lana.

La educación es lo que nos forma, nos nutre de información e ideas, nos da un propósito. El verdadero propósito de la vida es la búsqueda de conocimiento, porque este nos hará libres. La verdad absoluta parte de las preguntas, algunas más simples, otras para las que aún no estamos preparados. Pero la verdadera frontera final es el conocimiento y su continua búsqueda. Así, la educación es la vía, el camino, la puerta de embarque hacia un futuro mejor, para nosotros y para la humanidad.

Partiendo de que la educación es un derecho y una obligación en la que debemos participar para ser mejores, es en ese camino donde aprendemos sobre lo que es ser educado. Para muchos, ser educado es lo más importante, lo que nos diferencia de lo salvaje, de lo incivilizado, como si ser educado te hiciera una buena persona. Puedes ir por la vida comiendo cachorros de panda, pero si dices "buenos días", "buenas tardes" y "con permiso", ya eres Jesús caminando sobre la Tierra. Pero la vida te enseña algo: entre ser educado y ser una buena persona hay un abismo de distancia.

Ser educado no debería ser sinónimo ni paradigma de nada, solo un mínimo de respeto y convivencia, un protocolo social estándar que funciona como una cortesía sin más. En cambio, ser una buena persona debería hablar más de los hechos que de las palabras. Porque, seamos sinceros, a menos que tus palabras sean la quinta maravilla de la comunicación, son solo adornos glorificados. Ser una buena persona se refleja en los gestos, desde los más pequeños hasta los más grandes. Como diría ese barbudo medio hippie que hablaba de ser buena persona —y cuyos fans a veces se olvidan de ese pequeño detalle—, lo cortés no quita lo valiente. No se trata de un simple convencionalismo, sino de algo más.

No critiquen diciendo que planteo una fantasía o una utopía; lo que propongo es algo más intangible. Hablo de aquello que debería ser más que un simple pacto social. Y lo que propongo es que seamos educados, que saludemos y que preguntemos si los demás necesitan ayuda, pero no como una norma social ni como una carta de presentación barata. Seamos educados, amables y valientes, porque en el fondo eso nos hace mejores personas. Y cuando buscamos ser mejores personas, tal vez este mundo sea un poquito menos malo.