Instrucciones para respirar en martes

Detente un momento. Siente cómo el aire entra sin pedir permiso y sale sin reclamar nada. Observa la luz que entra por la ventana, cómo dibuja formas que no tienen intención. Cada inhalación es un acto de equilibrio, cada exhalación, un gesto de claridad. El martes existe, y tú también, aunque nadie lo celebre. Respira, y deja que la quietud sea suficiente.



No esperes que la tranquilidad se presente como un regalo inesperado. Cada respiración es un acto de creación. Mientras inhalas, llenas tu interior de espacio y posibilidad; mientras exhalas, dejas ir lo que no sirve. La calma no es un destino, es un proceso constante. Cada inhalación es un ladrillo, cada exhalación un cimiento, y así se construye tu refugio silencioso, invisible a los ojos de los demás.



El martes no tiene prisa ni urgencia, y tampoco tú deberías. Mira a tu alrededor con atención tranquila: la luz que se filtra, el movimiento de las sombras, los objetos que existen sin ser mirados. No hay necesidad de juzgar ni de actuar. Simplemente observa. El martes y tú comparten un momento de existencia que no se repite, y en esa contemplación silenciosa se revela la sensación de estar presente, aunque el mundo siga su ruido al margen.



Cada inhalación y exhalación es un recordatorio de que tu cuerpo y tu mente existen, sin justificación, sin necesidad de ir a ningún lugar. Respirar no es un escape, sino un acto de reconocimiento. El aire que entra te conecta con este instante, y el que sale libera lo que ya no sostiene. No hay movimiento inútil ni prisa; solo la certeza de estar vivo, aquí, ahora, con la posibilidad de observar sin presión lo que te rodea.



Los momentos que se van no se pierden: se transforman en espacio para lo nuevo. Cada exhalación es un borrón que limpia lo que quedó atrapado en el tiempo, un gesto silencioso de liberación. No hay culpa ni recuerdo que valga más que la ligereza que viene después. Con cada soplo de aire, la carga disminuye, y lo que queda es un vacío que invita a la calma, a la atención, a la simple percepción de que sigues aquí, respirando y existiendo.