Después de su gran victoria, Tomás se siente más confiado que nunca. Bolita lo observa desde las sombras con una mirada crítica, pero no sin orgullo. La victoria en la liga profesional lo ha catapultado como uno de los mejores, pero la vida de un peleador callejero nunca es sencilla. Siempre hay alguien más fuerte, alguien con más trucos bajo la manga.
Tomás ha dormido poco, la emoción de la pelea lo ha mantenido alerta, pero esta noche algo es diferente. La brisa nocturna le acaricia el rostro mientras se prepara para salir por la ventana del baño, pero esta vez, Bolita no está esperando en el tejado.
"Hoy no irás solo," dice una voz grave desde las sombras. Es Bolita, quien aparece por detrás de un muro de ladrillos rotos. Su mirada es seria. "Naranjo no acepta su derrota tan fácilmente."
Tomás siente un escalofrío. Los rumores sobre Naranjo nunca desaparecen, y la derrota reciente sólo ha alimentado su ira. Bolita sabe que un gato como él no olvidará fácilmente su humillación. La derrota caló hondo en el orgullo de Naranjo, quien ahora, más que nunca, busca recuperar su estatus como el rey de las calles. Los otros gatos callejeros comentan en susurros sobre rituales extraños y entrenamientos nocturnos que Naranjo ha estado llevando a cabo. Algunos incluso hablan de un pacto con fuerzas oscuras, aunque Tomás prefiere no creer en esas tonterías.
Esa noche, Tomás y Bolita se encuentran con una sorpresa. En lo alto del tejado, Naranjo está esperando, su pelaje naranja brilla bajo la luz de la luna. Su presencia es imponente, pero algo en sus ojos está diferente. Hay un brillo malévolo, casi infernal. La luna llena parece iluminarlo de una forma antinatural, resaltando cada cicatriz y cada pelo erizado de su cuerpo. El aire a su alrededor parece cargado de electricidad estática, presagiando una confrontación mucho más peligrosa que la anterior.
"No me voy a rendir," dice Naranjo con una voz sibilante, "y esta vez, lo haré personal."
Bolita se coloca entre Tomás y Naranjo, bloqueando cualquier intento de ataque. "No importa lo que hagas, Naranjo. No puedes ganar lo que ya has perdido." Bolita, con su experiencia y sabiduría, sabe que la ira y la venganza son malas consejeras. Intenta razonar con Naranjo, recordándole su antigua camaradería, pero es en vano. El odio ha consumido por completo al gato naranja.
Un rugido de furia escapa de Naranjo, y en un abrir y cerrar de ojos, se lanza hacia Tomás, pero esta vez no es solo una pelea de garras. Naranjo está usando algo más: su técnica secreta. En lugar de atacar directamente, su cuerpo se envuelve en una sombra densa, oscura como la noche misma. La sombra parece cobrar vida propia, moviéndose con una velocidad y una ferocidad que desafían la naturaleza felina.
Tomás se queda paralizado por un momento, observando cómo la sombra de Naranjo se expande hacia él, casi como si fuera a devorarlo. Pero, en un segundo de claridad, recuerda las lecciones de Bolita. El recuerdo de los entrenamientos con Bolita, las noches de práctica bajo la lluvia, los consejos sobre cómo leer los movimientos del oponente, todo vuelve a su mente con una claridad asombrosa. Sabe que la clave está en mantener la calma y confiar en sus instintos.
"Escucha tus instintos, Tomás," le dice Bolita. "La oscuridad no puede ganar si no dejas que te consuma."
Con un grito de determinación, Tomás salta hacia Naranjo, esquivando la sombra mortal y utilizando su agilidad para golpear el costado de su oponente. La sombra comienza a desvanecerse con la fuerza del golpe, pero Naranjo sigue siendo un rival formidable. Naranjo, a pesar del golpe, muestra una resistencia increíble. Su pelaje parece absorber la luz, haciéndolo aún más difícil de ver en la oscuridad.
Esta vez, Tomás no se rinde. Aprovechando un descuido de Naranjo, le da el golpe final, derrotándolo una vez más. El silencio vuelve a reinar en el tejado, roto solo por la respiración agitada de los tres gatos. Tomás, victorioso pero exhausto, sabe que esta no será la última vez que se enfrente a Naranjo. La sombra de la venganza aún se cierne sobre ellos.
