Instrucciones para respirar en martes: Para quienes no aprendieron a ronronear

(Aclaración esta entrada es hecha por IA, le conté que mi gato no sabe ronronear, que su madre gata no le enseño, nada más no es anécdota ni nada hecha la acaclracion lean tranquilos )
Para quienes no aprendieron a ronronear

No todos nacen sabiendo.

Algunos llegan con el manual incompleto, o con páginas arrancadas por madres que quisieron querer, pero no supieron enseñar.
Algunos —como mi gato— nunca aprendieron a ronronear.
No porque no amen, sino porque nadie les mostró cómo suena ese amor.

Pero ahí están.
Se acercan cuando cae la noche.
Se cuelan entre las sábanas.
Te abrigan la espalda sin pedir nada.
No hacen ruido, pero su presencia pesa.
Y cuando algo duele, lo saben.

Se quedan.

Hay amores así.
Que no se anuncian, que no saben cantar, ni dejar mensajes.
Pero están.
Y a veces, eso basta.

Si este martes te cuesta respirar, pensá en ellos.
En los que hacen lo que pueden con lo que tienen.
En los que nunca ronronearon, pero te cuidan igual.

Respirá hondo.
Tal vez no suene.
Pero sentilo.