El rincón de la mediocridad: Fin de mes

Mi nombre es Daniel Da Roza y soy sommelier de mediocridad: la huelo, la siento. Algunos dirían que es un sexto sentido que vengo desarrollando desde que tengo memoria.

La mediocridad es más que un concepto; es un estilo de vida, como el veganismo, la orinoterapia o las manualidades en cerámica. Yo, antes de hacer manualidades en cerámica, mejor aprendo mandarín, porque es muy probable que terminemos a las piñas, cenicero volador incluido.

Hablemos del kaiju en la habitación, esa cuestión que algunos dominan como dioses y otros sufrimos como mediocres: el fin de mes, ese arte ancestral del bajo presupuesto, del presupuesto inexistente y del apego emocional a comer. Pero en esta entrada/columna hablemos de las diferencias entre llegar y arañar la comida de las mascotas.
El Hormiga
Es el que está todo el tiempo guardando cosas para después: plata, lechugas, carne, internet, omeprazol y limones. Llegar a fin de mes con limones es de las mejores cosas. Agüita y limón son una combinación que toda persona necesita, es la solución definitiva: te hace un vaso de agua con sabor, hace que un té de marca genérica sea menos malo y que solo los metales pesados sean lo malo. Así que es una buena inversión a largo plazo contra la escasez inminente. Porque claro, ¿de qué sirve tener plata si no tenés con qué acompañar el arroz de la semana que viene? El Hormiga lo sabe, el Hormiga es previsor, el Hormiga tiene un plan (aunque ese plan a veces implique esconder un zapallo en el placard).
El Religioso
Están al límite entre rezar, pedir un milagro o que mágicamente salga un pollo del horno. Gente que va viendo en qué poner sus expectativas y recursos. Para ellos la vida es un misterio, como los caminos del señor, los ingredientes de la Coca-Cola y por qué la gente de 30 años en 1980 parecía de más de 50. Misterios que solo una entidad alienígena extraterrestre podía generar (Dios, para los amigos).
Los Máxima Velocidad
Estos somos nosotros, los que estamos siempre al límite, entre rezar por una solución y comprando café marca "k-fé"; entre más marcas de tan dudoso índole que las arvejas tienen formas raras; que arañamos la caja de pulpa de tomate, contamos los granos de sal. En fin, llevamos todo al límite.
En definitiva, el fin de mes nos pinta de cuerpo entero. Ya seas un Hormiga ahorrativo, un Religioso esperando la intervención divina o un Máxima Velocidad al borde del colapso nervioso por una marca de café sospechosa, todos compartimos la misma trinchera. Y en esta trinchera de la mediocridad financiera, lo único que nos queda es reírnos (o llorar en silencio mientras remojamos una galleta de agua en el último sorbo de café). Porque al final del día (y del mes), lo único seguro es que volveremos a empezar, quizás con un limón menos, pero con la épica intacta de haber sobrevivido una vez más al temido kaiju de fin de mes, yo de mi parte me voy a contar los granos de arroz y repartir los fideos nos vemos en la próxima...